Soy Carlos Contreras Maluje
Avísenle a mi mamá en Concepción
vayan a la farmacia Maluje en Concepción
y avisen que estoy muerto
gritaba en Nataniel un hombre, su sentencia
a los paseantes
y envilecido por la mañana
no conoció de la misericordia en este Santiago
rotundo, que nada quería saber
de flagelaciones y tortura.
La ciudad entera se calló, simultáneamente
y todos se dieron vuelta
de cara a la muralla
como simulacro de fusilamiento
un paredón a la memoria
y es que todos tenemos algo que olvidar
Unos el beso insurrecto
la pateadura de borrachos
otros el papelón bochornoso
o el suicidio de un pariente
por qué no olvidar entonces la certeza
de que a un hombre lo van a matar.
El color de Chile huele a silencio
a boca zurcida
a mutilación
somos un cuerpo cortado
una derecha sin izquierda
una mano que se lava sola
una cara sucia
sucias las manos, el cuerpo,
la línea de los ojos que preferimos hacer pasar por maquillaje
pero eso es otra cosa:
eso es fingir arrepentimiento,
es practicar las disculpas
u ofrecer simulado escrúpulo
a las mortificaciones que un hombre declama
el tres de noviembre de mil novecientos setenta y shhh!
Soy Carlos Contreras Maluje
detenido por la DINA en el recinto de “La Firma”
me han torturado y me van a matar.
Avísenle a mi mamá en Concepción
vayan a la farmacia Maluje en Concepción
y avisen que he sido
torturado y muerto.
Cuando vio que los agentes se acercaban
se lanzó a las ruedas de una micro
que venía de norte a sur, por Nataniel
sin embargo en dictadura nada era así tan fácil
y, a pesar de que seguía voceando su nombre
cinco hombres lo tomaron y lo subieron a un Fíat celeste
dejando tras de si nada más que un remolino
de sílabas y un charco de sangre
junto al polvo.
Con él, se fueron también a la fosa
el Puente Carrascal, los tranvías
las gatas preñadas, el Manquehue
la confianza pública. Las celebraciones de fin de año
en las calles de las poblaciones
buscaron, también, irse a fondo.
Los espectadores de aquel día volvieron a casa
con una lengua aún más dura
y una sola vocal para el tema.
Los más avezados se llevaron susurros
para ser comentados en la sobremesa
cuando los niños ya se han retirado a los juegos
o se han ido a la cama
y qué más da otro muerto más, dice una vieja,
entre más de 30.000
si, ni siquiera, le han encontrado.
Ya han pasado más de treinta años y
Alrededor de ese momento todo continuó su curso
en Chile, se han muerto tantas cosas
y tantos nombres que no vale ni la pena mencionarlo
desde las Ovalle Negrete hasta don Luis Corvalán
y creo que, de una u otra forma todos hemos aprendido
que el eterno presente no es más que la línea divisoria
entre el futuro y el pasado con sus recuerdos
¿y qué recuerdo no está constituido también de ausencias?
incluso aquellos que ficcionamos
los que hemos creado, no a punta de fusil
sino a punta de sentirnos tan solos
tan impotentes, tan faltos de consecuencia
pues si pensamos
hasta las fabulaciones son un tiempo que nos falta
pero ¡Vamos Chile caramba, Chile no se rinde caramba!
Vamos a nacionalizar el cobre,
vamos a congelar los precios de los artículos
de primera necesidad,
vamos a devolver el agua y la electricidad de Chile
a Chile,
vamos a reajustar el salario mínimo en un 66 por ciento,
vamos a estatizar las grandes empresas de acero y cemento,
la telefonía y la banca
NO
ya no se puede
nuestro gobierno, elegido democráticamente nos dice
que eso ya no se puede.
Yo afirmo: Todo tiempo pasado fue mejor, precisamente
porque las carencias de antes tenían un culpable
pero ahora nos hacen creer que somos víctimas y victimarios
padecemos solos
y nuestro dolor nos interesa íntimamente y en secreto, pues
no tenemos compañeros ni camaradas frente al abismo
y, por eso, todos damos el paso adelante
sin conciencia de la caída
creyendo que estamos volando
(que alguien me susurre el golpe)
que alguien me diga por favor que no será necesario otro
Carlos Contreras Maluje antes de que el pasado se repita
veloz
así como otra ronda de cervezas
o su resaca del día siguiente
y la inevitable pregunta por lo que hicimos.
La dictadura en Chile no fue un mal sueño
y no ha pasado tanto tiempo tampoco
como para dejar de seguir hablando
de lo mismo.
Nos han convencido de que decir política
en un poema es malo
que es poco estético, de mal gusto
y si no lo decimos ahora cuándo
¿y qué pasa si es que Dios no existe
y ninguno es castigado?
por eso es que hoy prefiero hablar
en lengua muerta
y no por mí, en esta página.
Hoy
Soy Carlos Contreras Maluje
Avísenle a mi mamá en Concepción
vayan a la farmacia Maluje en Concepción
y avisen que estoy muerto.
Este poema formó parte del libro «Inventario Colectivo» que, más tarde terminó llamándose «Chile».
Con Editorial Fuga lo sacamos por primera vez a circulación en formato plaquette para una lectura en la casa museo «La Sebastiana» de la Fundación Pablo Neruda. Era de un cuarto de página. Los pusimos en bolsitas trasparentes y adentro les añadimos una rosita negra y una cinta en señal de luto.
Este PDF es de esa plaquette: